Athens News - Auto chino y vacaciones en Venezuela, la nueva vida de cierta clase media rusa

Auto chino y vacaciones en Venezuela, la nueva vida de cierta clase media rusa
Auto chino y vacaciones en Venezuela, la nueva vida de cierta clase media rusa / Foto: Alexander NEMENOV - AFP

Auto chino y vacaciones en Venezuela, la nueva vida de cierta clase media rusa

Sergéi y María viven cerca de Moscú, usan un coche chino, compran queso elaborado en Rusia y pasan sus vacaciones en Venezuela. Para ellos, las sanciones occidentales adoptadas en represalia por la campaña militar en Ucrania "no son ninguna tragedia".

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Hace poco renovaron su modesto apartamento de dos ambientes en Mitishchi, una localidad de 300.000 habitantes al noreste de la capital, donde viven con sus tres hijos, dos gatos y un perro. El refrigerador, de fabricación china, está lleno de productos rusos.

Las primeras sanciones económicas occidentales contra Rusia se remontan a 2014, cuando Moscú se anexionó la península ucraniana de Crimea, y fueron considerablemente reforzadas tras el inicio de la ofensiva en Ucrania en febrero de 2022.

Para los rusos, dichas sanciones se tradujeron en la desaparición de numerosos productos occidentales. Al mismo tiempo, los viajes a la Unión Europea y a otros países aliados de Ucrania se volvieron caros y complicados.

Pero son muchísimos los países en Asia, Latinoamérica y África que decidieron no imponer sanciones, con el consiguiente oxígeno que esto implica para la economía rusa.

Y una parte de la población parece haberse acomodado a la nueva situación económica.

María Tiabut, de 43 años y empleada de una empresa de cosmética, dice interesarse poco por la política, y no recuerda ni siquiera cuándo entraron en vigor las sanciones. "¿Fue durante el covid", se pregunta.

"No es ninguna tragedia que se hayan ido las marcas europeas y occidentales", abunda su marido, Sergéi Duzhikov, de 31 años y agente funerario. Y es que "los rusos se las arreglan perfectamente" sin necesidad de estas marcas, asegura.

Hace dos años, tras un accidente de auto, recuerda haber esperado tres meses las piezas necesarias para reparar su Kia, a causa de las sanciones.

"Entendí entonces que tenía reemplazar mi coche coreano por uno chino", explica.

Sergéi y María ganan juntos unos 300.000 rublos mensuales, el equivalente de unos 3.800 dólares, por encima de la media nacional.

Para comprar un nuevo coche, tuvieron no obstante que pedir dinero prestado.

- Camembert ruso -

"McDonald's se fue. Pero 'Vkusno i tochka' ("Está bueno, y punto") funciona igual de bien. A los niños les encanta", destaca Sergéi.

Esta cadena local retomó bajo su marca, ya en el año 2022, cientos de restaurantes de la franquicia norteamericana, que como muchas otras empresas occidentales abandonó Rusia tras el asalto a Ucrania.

"En el día a día, con mi familia, en el trabajo o en los momentos de ocio, no siento las sanciones", asegura María.

Reconoce que algunos productos han desaparecidos, por ejemplo medicamentos. Pero espera que la industria rusa tome el relevo y los produzca.

En otro registro, María confiesa su debilidad por el queso camembert... producido en Rusia.

"Está buenísimo. No he probado el auténtico camembert francés, de forma que no puedo comparar. Pero este corresponde totalmente a lo que me gusta", dice.

También suele comprar yogures de una nueva marca que reemplazó a los de la francesa Danone.

La filial de producción local de esta multinacional había sido requisada por el Estado ruso en 2023, y revendida a un sobrino del líder checheno Ramzan Kadirov.

- Venezuela, país amigo -

Pese a las sanciones, algunas mercancías occidentales muy populares en Rusia son importadas a través de terceros países. Un trayecto más largo, que significa también precios más altos.

En paralelo, Rusia cultiva sus relaciones comerciales con países como Bielorrusia y los estados del Cáucaso, que la abastecen de fruta, verduras y productos lácteos.

Algo similar ocurre con los viajes turísticos.

Europa, antaño un destino muy codiciado para los turistas rusos, se ha vuelto difícilmente accesible, por la desaparición de los vuelos directos y las dificultades para obtener un visado.

Así que María y Sergéi han optado por hacer turismo en Rusia o en Venezuela, un país aliado al que califican de "pueblo muy cordial, donde se aprecia a los rusos".

Ni uno ni otro se preocupa demasiado por la inflación, cercana al 10% y alimentada por el elevado gasto militar y el efecto de las sanciones. Y es que el Estado obliga a las empresas a tener en cuenta la subida de precios, a la hora de ajustar los salarios.

"Inflación hay en todo el mundo", relativiza María.

O.Kouris--AN-GR